6 ago 2016

¿Qué podían hacer los romanos contra las hordas bárbaras?

Roma tuvo contacto con una gran cantidad de pueblos, algunos de ellos denominados bárbaros, quienes iban a la batalla como una horda. Cargaban contra las formaciones enemigas con intención de matar, pero con nula estrategia. Utilizaban la sencilla estrategia de atacar de frente. Cabría destacar a los pueblos germanos, britanos o galos, que eran los más asiduos en usar este tipo de combate.

Estos pueblos, pese a la escasa organización de las tropas, contaban con cuatro principios: Tenían que tener una clara superioridad numérica, atacaban cuando menos se esperaba, con una gran rapidez y, si era posible, hacían uso de la geografía del lugar para beneficiarse, ya que solían combatir en sus propias tierras y tenían un mayor conocimiento del territorio.

Este brutal método es útil, pero es menos eficiente cuando en frente se posiciona un ejército firme, disciplinado, bien equipado y organizado como una legión romana. Sencillamente, la formación de los legionarios estaba en ventaja sobre la “horda”. Estos pueblos solían ir a la guerra con grandes espadas o hachas y descuidaban la protección, ya que no portaban ninguna protección de importancia. Podían usar escudos, pero con el lanzamiento de los pila se desbarataba la primera línea de la formación enemiga. Cabe mencionar que esta formación era la que más sufría el impacto de las jabalinas, ya que al no ir debidamente protegidos, experimentaba un efecto devastador.





La intención de estas hordas se resumía en intentar romper la línea romana mediante cargas[1]. En ocasiones formaban una posición en cuña, pero la ya mencionada flexibilidad de las legiones permitía defenderse de esa formación, además de poder aguantar el combate durante más tiempo.

Otro tipo de unidad de estas hordas eran los carros, ya antes usados en el Próximo Oriente[2]. Estos carros tenían un mayor poder de penetración en las filas de infantería, pero una formación cerrada podía desbaratar una carga de carros, al igual que las unidades de ataque a larga distancia romanas, como honderos, arqueros o con las propias pila, podían abatir a estos carros.





[1] César, La guerra de las Galias.
[2] P. Connolly, La vida en el pasado, la leyenda de Ulises, Madrid, ed. Espasa-Calpe, 1981,

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