Ya terminados los artículos sobre las estrategias que se pusieron en práctica contra los romanos, toca abordar el tema de la flota romana. Este artículo será el primero, aunque es más introductorio. Los dos siguientes trataran los diferentes navíos romanos y las tácticas y máquinas de guerra que utilizaba Roma. Vamos allá.
En la primera mitad del siglo III a. C., Roma neutralizó la
importancia naval de la ciudad de Cartago, que hasta ahora se había hecho con
el control del Mediterráneo occidental. Hasta entonces Roma había hecho uso de las naves de las naciones aliadas, pero fueron las Guerras Púnicas las que provocaron
la creación de una flota naval romana.
El origen de la flota romana surge debido a un quinquerreme (un barco con cinco líneas de remos, hablaré de él en el próximo artículo) cartaginés que cayó en manos romanas[1].
Los romanos, ni cortos ni perezosos, copiaron el modelo de la nave para hacer
cien unidades iguales a las cartaginesas y veinte trirremes (tres líneas de remos), lo que provocó que
a la hora de hacer la guerra tuvieran naves semejantes. Roma, sin embargo,
reformó las embarcaciones con algunos elementos innovadores que veremos en próximos artículos.
Trirreme cartaginés
Las dos bases más importantes eran las bases destacadas en
Miseno, en la actual Nápoles, y en Rávena[2],
en la desembocadura del Po. No obstante, cada vez habría más puertos y flotas
por cada provincia conquistada, ya que se ocupaban de las cercanías para
combatir la piratería y asegurar el comercio. La flota instalada en Miseno era
denominada Classis Misenensis,
mientras que la destacada en Rávena se llamaba Classis Ravennatis. Otro puerto de gran importancia era el puerto
de Ostia, el más cercano a Roma. (¡Ostia! a la vista).
Puerto de Ostia
Pompeyo engrandeció la flota en el año 67 a. C., fue
responsable de la eliminación de los piratas cilicios que se habían hecho con
el control de las aguas y asaltaban las naves mercantes. A partir de entonces
el Mediterráneo comenzó a llamarse Mare
nostrum, “nuestro mar”, por el dominio romano sobre él.
Cada flota contaba con un gran número de naves de diferente
tamaño. Normalmente había una nave insignia, de mayor tamaño, después
quinquerremes y trirremes como base, y birremes, naves de menor tamaño pero que
tenían mayor agilidad.
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