4 ago 2016

Formaciones y líneas de batalla romanas

Cuando batallaban, había muchas variables a la hora de tomar una formación. Había que considerar el número de tropas, número de enemigos, la experiencia de las tropas, la tenencia o no de caballería en ambos bandos, dónde se situaban las tropas más experimentadas y la geografía, ya que podía haber accidentes geográficos de los que se podía obtener alguna ventaja, como montes o ríos, y elementos atmosféricos, como el Sol, el viento o el polvo. El Sol puede quitar visión a la hora del combate si se tiene de cara, el viento puede desviar los proyectiles de las hondas, arcos, jabalinas... y puede desplazar el polvo, que perjudicaría la formación.

Vegecio, en su obra Epitoma rei militaris[1], hace mención de siete posibles formaciones de combate: La primera formación sería una línea recta, que solía ser la formación de combate de los “bárbaros”. La línea recta era paralela a la línea enemiga, aunque tenía inconvenientes, ya que el terreno podía romper la homogeneidad en la línea y por tanto debilitarla. Además, cuando el ejército romano estaba en inferioridad numérica, como solía ser, podía ser flanqueado debido a que la línea enemiga sería mayor amplitud. Esta formación era útil cuando el ejército propio era más numeroso, ya que se podía superar los flancos enemigos al ser la línea más extensa.



La segunda formación sería una línea oblicua, situando en el flanco derecho a las tropas más experimentadas con la intención de quebrar el flanco izquierdo enemigo y llegar a su retaguardia. Mientras tanto, el flanco izquierdo romano estaba fuera del alcance de los proyectiles enemigos y no tiene bajas. La desventaja de esta formación era que si el enemigo maniobraba antes que el ejército romano, podía defender su ala izquierda y atacar con su ala derecha las tropas romanas del ala izquierda. Por tanto, los romanos tenían que reforzar el ala izquierda con tropas de reserva para que en tal caso no fuera superado.



La tercera formación es similar a la segunda, aunque menos poderosa, consistía en atacar en línea oblicua pero con el flanco izquierdo, que por lo general es más débil. Esto haría que se pudiera separar el flanco izquierdo del derecho si el enemigo penetraba en el centro de la formación. Al separar las dos alas se quedaba en una clara situación de desventaja por haber roto la línea.



La cuarta formación de combate se ejecutaba adelantando las alas para atacar los flancos enemigos, lo que podía hacerlos huir al romper su formación, si este ataque era repelido, estarían en una situación de desventaja, ya que tanto las alas tanto el centro estarían separados. Las alas podían quedar debilitadas y el centro podía ser flanqueado fácilmente.



La quinta formación es semejante a la cuarta. Se hacían los mismos movimientos, pero antes de hacerlos se situaban tropas auxiliares en el centro para que hostigaran la formación enemiga. Así, si las alas eran repelidas, el centro de la formación quedaba mejor protegido.




La sexta formación es la considerada por Vegecio como la más adecuada. Se avanzaba en línea oblicua, como en la segunda formación, hasta atacar con el flanco derecho el ala izquierda enemiga. Para esto era recomendable el uso de una buena caballería e infantería rápida. El fin era hacer huir al flanco enemigo, ya que si un flanco de la formación caía, era muy probable que huyeran de forma desorganizada provocado por un efecto en cadena. Mientras tanto, la línea se expandiría en línea recta en forma oblicua, alejada de los proyectiles enemigos. Esta formación hace que ni el ala derecha ni su centro pueda ir en ayuda del flanco atacado, ya que el flanco izquierdo romano avanzaría para flanquear y rodear al ejército enemigo.



La última y séptima formación trataría de buscar las mayores ventajas de la geografía del terreno, haciendo uso de accidentes geográficos o humanos para aprovechar la situación. Un ejemplo sería situarse con un río en uno los flancos, así este ala no se podría flanquear. Esto permitiría que toda la caballería y tropas auxiliares se situaran en el otro flanco para una mayor protección.








[1] Vegecio, Epitoma Rei Militaris, Traducción y notas de  A. R. Menéndez Argüín Signifer Libros (Madrid 2005).

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