Los otomanos
solían basarse en la superioridad numérica, aunque ello no significa que
hiciera falta. Al frente solían estar los basi-bozuk, la infantería irregular,
que era usada para hacer el primero contacto con el enemigo, después de esto.
Los akıncı cargaban o bien contra la caballería enemiga o bien contra las
tropas de línea enemigas.
Los jenízaros
estaban en el centro de la línea de infantería, lo que daba un fuerte apoyo
real y moral a las tropas adyacentes. Los jenízaros eran realmente los que
ganaban las batallas, debido a su adiestramiento y disciplina.
Un elemento
importante para el ejército otomano era, sin duda, las grandes piezas de
artillería de las que el sultán Mahomet II dispuso. Orbón, o Urbano, era un
ingeniero húngaro que diseñó y construyó en Adrianópolis la gran bombarda, un
cañón de 8 metros aproximadamente, con un grosor de 20cm y un grosor de 80cm en
la culata a 240cm en la boca del cañón. Se dice que podía lanzar un proyectil
de 850 kilos a una distancia de 1,6 kilómetros. Podía realizar entre 100 y 120
disparos al día, estas grandes bombardas serán fundamental para el asedio de
Constantinopla. [1]
También como
elemento estratégico, hay que darle importancia a la flota otomana, ya que sin
ella hubiera sido más difícil, o imposible, la toma de Constantinopla, debido a
que tiene una función fundamental en el bloqueo a la ciudad.
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